Lo se, eres un jefe que tienes un gran sentido ético de la vida, del negocio y de la gestión de personas. Para ti esto es blanco sobre negro, y sabes perfectamente lo que está bien y está mal en tu entorno.
Aún así, de vez en cuando hay zonas grises, por ejemplo: las cosas no van muy bien y no vas a llegar a objetivos, es posible que des pérdidas. Te piden que cara al año que viene reduzcas la plantilla y te deshagas de al menos 19 personas. ¿Qué vas a hacer?¿Sacrificarás esas 19 personas? ¿Buscarás otro tipo de soluciones?

Incluso yo estoy de acuerdo, de vez en cuando, hay que realizar pequeños sacrificios.
Y si cambio la pregunta y te digo ¿Qué prefieres?¿Dar perdidas o acabar con la vida de esas 19 personas?
¿Exagero? Posiblemente, pero esta es la pregunta final a la que han tenido que responder tres ex directivos de France Telecom el pasado mes de diciembre, y que ha dado lugar a una importante sentencia condenatoria en Francia, como puedes leer aquí.
Por mi parte -salvo que esos jefes pertenezcan a ese 4% de sociópatas con los que convivimos según Martha Stout- estoy seguro de que si llegan a saber el desenlace, ninguno de ellos habría tomado ese tipo de decisiones.
¿Qué les ocurrió entonces? No lo se con certeza, pero seguro que tiene que ver con que el blanco sobre negro no existe en las relaciones humanas. Quizá comenzaron a moverse, e inadvertidamente fueron pasando tonalidades cada vez más oscuras hasta llegar al negro más absoluto.
Este deambular por zonas grises no es sencillo y suele estar plagado de «trampas éticas». En esta entrada, la trampa número 1.
Relativismo moral
El relativismo moral es la creencia que da igual valor, legitimidad, importancia y peso a todas las opiniones morales y éticas con independencia de quién, cómo, cuándo y dónde se expresen; por tanto, las opiniones morales o éticas, las cuales pueden variar de persona a persona, son igualmente válidas y ninguna opinión de «lo bueno y lo malo» es realmente mejor que otra y no es posible ordenar unos valores morales gracias a criterios jerárquicos de clasificación.
Wikipedia
Esta no es la trampa nº 1, es simplemente el terreno de juego en el que te mueves. El relativismo moral es un concepto discutible y ya avanzaré sobre este tema más adelante. Pero para esta entrada dalo por bueno, piensa simplemente que es algo a lo que te tienes que enfrentar en la práctica.

Dentro de todas estas opiniones la tuya es una más. Visto subjetivamente -y si no existe una mala intención oculta-, lo que tu piensas no tiene más peso que lo que piensan los demás. Si sólo nos moviéramos en el terreno de la subjetividad sería complicado definir cual es la (más) correcta.
A fin de cuentas lo que tu opinas viene dado por lo que tu educación, el entorno y tu visión de la realidad te dictan como más correcto. Pero lo que los demás opinan también viene dado por su educación, por su entorno y por su visión de la realidad.

Soy subjetivo, ya que soy sujeto. Si fuese objetivo, entonces sería un objeto.
José Bergamín
Necesitamos puntos de referencia más o menos claros para comenzar a movernos.
Las fronteras definidas
Entonces, si lo ético es discutible y hay tantas opiniones como personas ¿Cómo nos enfrentamos a este laberinto?
La forma más sencilla que -social y organizativamente- hemos inventado es a través de las normas.
Tal y como comentaba precisamente en mi última entrada del blog, hemos creado regulaciones que ofrecen unos «básicos» exigibles para que el engranaje social pueda funcionar. Las más evidentes son las normas que nos ofrece el estado a través de la legislación. Desde el Estatuto de los trabajadores o el Código Penal hasta los reglamentos sectoriales existe un complejo conjunto que establece los mínimos éticos/legales en los que te puedes mover.
El derecho es el conjunto de condiciones que permiten la libertad de cada uno de acomodarse a la libertad de todos.
Immanuelle Kant
La legislación marca un límite no siempre, ni necesariamente moral, ya que las crean personas (que son subjetivas…). Aun así, como norma general, delimitan las fronteras mas básicas sobre lo que una sociedad define como admisible y no admisible.
Tienes que hacer trabajar a tu equipo en condiciones inseguras y no les proporcionas ni la formación adecuada, ni los Equipos de Protección Individual que te exige la normativa. Claramente estás fuera de la ley.
Como la legislación no siempre es suficiente, el entorno empresarial y profesional ha creado otro tipo de normas que clarifican el terreno de juego. Son las normas internas y los códigos éticos. Profundizan sobre conceptos que la ley no define y buscan sobre todo crear confianza en clientes y mercado. Si quieres profundizar sobre este tema puedes hacerlo en la entrada «Códigos éticos sin valores» en mi anterior blog.
Sin entrar en su ajuste a la realidad -que daría para hablar un buen rato-, lo cierto es que nos ayudan a establecer otros mínimos «éticos» más afinados.
La combinación entre legislación y normas y códigos éticos establecen el terreno básico de juego dentro del cual te puedes mover con una cierta seguridad de que estás en el terreno de lo «ético».
Salir fuera de las mismas te puede convertir en un jefe «no ético» (aunque estar dentro de ellas tampoco te convierte necesariamente en uno «ético»).

Acabas de recibir un regalo de un proveedor, un exótico viaje para dos a donde tu quieras. Y además, «te lo mereces» por que te has dejado un presupuesto más que importante con ellos. ¿Lo aceptas o lo rechazas? En principio no parece ser ilegal hacerlo. Ahora bien, dependiendo del código ético de tu empresa puede que tenga sus consecuencias aceptarlo… o no.
Esta claro que ley, normas y códigos éticos también pueden tener un contenido que para ti no sea moralmente aceptable. Ya hablaremos en otra entrada sobre este punto. Aquí simplemente figuran como límites para comenzar a movernos en un entorno de relativismo moral.
Las falsas fronteras
Si el mundo se rigiera sólo por normas legales y códigos éticos, todo sería mucho más sencillo. Lo correcto y lo incorrecto estarían totalmente definidos, el mundo pasaría -de nuevo- a ser de blancos y negros.
Pero además de las fronteras definidas existen terrenos difusos que te van a confundir y desorientar. Son las falsas fronteras que crean las historias que se cuentan en tu empresa, los usos y costumbres, las normas no escritas que siguen tus compañeros…
¡Claro que tenemos un horario de trabajo! Pero trabajar menos de 9 o 10 horas diarias en esta empresa se ve como una clara falta de compromiso.
Esta es la trampa número 1, cuando aceptas comportamientos y normas no escritas como válidas, y estas se encuentran más allá de las fronteras definidas por las normas.
¡Pero si todo el mundo lo hace!
¡Claro que (casi) todo el mundo lo hace! Pero esto no significa que sea legal o que entre dentro de los límites que marca el código deontológico de tu empresa o profesión. Este es precisamente el argumento más habitual, pero menos válido que puedes utilizar.
¿Dónde se originan estos comportamientos que de tanto repetir acaban siendo costumbre? Es difícil saberlo, pero habitualmente va a ser una mala combinación de costumbre y desconocimiento. Eso que hace años era admisible y que ahora es ilegal, lo que se comenzó a hacer en tiempos y terminó como costumbre, alguna instrucción que nadie se planteó si estaba dentro de las «normas» y que se perpetuó con el tiempo…
No pongas esa cara, en este sector ya sabes… los contratos se cierran siempre en algún club por mucho que digan los de central. ¡Que sabrán ellos sobre la realidad!
En muchas ocasiones lo más grave no es que lleves a cabo ese tipo de comportamientos, sino que no eres consciente de que te estás moviendo fuera de las fronteras definidas. Por esta misma razón, cuanto más cerca te muevas de las fronteras, más fácil es que las traspases inadvertidamente.

Trampa nº 1 – Desconoces el terreno de juego y traspasas las fronteras que delimitan lo que es admisible.
No estoy poniendo en tela de juicio si el comportamiento es «bueno» o «malo». Estoy simplemente invitándote a tomar consciencia de donde te encuentras.
Tu opinión sobre el tema será discutible, pero al menos ahora dispones de unos criterios más objetivos que te ayudan a saber donde termina el gris y donde comienza el negro.
Como actuar
La solución ante la trampa número uno es relativamente sencilla:
- Paso nº 1 – Conocer y comprender cuales son los códigos y normas de tu sector y/u organización.
- Paso nº 2 – Tomar consciencia del lugar donde se mueven tus comportamientos. Coger perspectiva y evitar pensar desde el punto de vista que siempre has tenido es esencial para no caer en la trampa una y otra vez. Evita alinearte con las opiniones de tu entorno por un momento. En definitiva, se crítico y evalúa si lo que estás haciendo se encuentra dentro de los límites legales y normativos. En el fondo es el paso más complicado por que te obliga a romper con tu visión del mundo. De modo que, si tienes alguna duda, pregunta a personas ajenas a tu entorno para que te den una visión externa y (posiblemente) más objetiva que la que puedes tener tu.
- Paso nº 3 – Mirar si los límites que has traspasado son aceptables o vulneran de un modo flagrante tu moralidad.
- Paso nº 4 – Mirar a tu equipo y hacer el mismo análisis sobre los comportamientos de las personas que lo forman. ¿Están dentro de los límites?¿Están fuera?
- Paso 5 – Actuar. Tanto si estás dentro de los límites, como fuera te toca tomar una decisión sobre como tu y tu equipo os vais a comportar de ahora en adelante. ¿Vais a continuar?¿Vais a parar?
Extra-bonus: conocer donde están los límites te va a ayudar a no traspasarlos, pero sorprendentemente también puede ser un revulsivo para ti y para tu equipo. Definir con claridad donde están puede invitarte a moverte por otras zonas del terreno de juego donde nunca habías estado. Zonas en las que quizá encontrarás nuevas formas de relacionarte, de trabajar, de organizarte, y quizá incluso nuevos clientes y nuevos recursos.
Por alguna razón que ahora soy incapaz de saber, pensaba que una parte del mercado estaba totalmente vetada por nuestro código ético. Cuando fui consciente de que lo que realmente prohibía era realizar contratos, comencé a buscar nuevas formas de colaboración que me terminaron abriendo una red inesperada de potenciales clientes.
En cualquier caso, a partir de aquí, ya sabes, el mundo del «no lo sabía» o el del «lo hace todo el mundo» ha terminado para ti. Moverte y/o mover a tu equipo más allá de estas fronteras ahora es una decisión, pero al menos decisión consciente.
Ahora tu decides que hacer.
Muy acertada la entrada, Javi.
Importante conocerse para saber también dónde están tus fronteras, tu moral, y respetarlas, respetarse.
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Muchas gracias por tu comentario Alfonso efectivamente nada más importante que conocer dónde están tus fronteras y tú moral. Espero que te gusten los post que van a seguir a este porque voy a profundizar en estos asuntos
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